jueves, 2 de octubre de 2014

NOMBRES ANTIGUOS DE LAS CALLES DE LA CIUDAD DE MÉXICO

     Cuando pienso en la ciudad de México la imagino como una fuente inagotable de tesoros, muchos de los cuales están a simple vista y son como una puerta de entrada a un mundo lleno de otros tesoros que han sido ocultados por el paso del tiempo, entre esos tesoros medio a la vista y medio escondidos quiero compartirles los nombres antiguos de la ciudad de México, lista que extraje del libro Las Calles de México. Espero que esto despierte la curiosidad por descubrir parte de esa riqueza que esconde la ciudad y que guarda celosamente para quien quiera encontrarla.


A

CALLE DEL AGUA: Con este nombre se designó cada una de las calles siguientes: Acequia, San Juan de Letrán, Santa Isabel, Puerta falsa de Santo Domingo y algunas otras por donde había canales de agua que posteriormente fueron cegados.

CALLE DE LOS ALGUACILES MAYORES: Hoy Bolívar.

CALLE DE ANALCO: Hoy arcos de Belem.

CALLE DE APELLO: Después de la Escondida y ahora 1a. del Ayuntamiento.

CALLE DEL ARCO DE SAN AGUSTÍN: Además de la que llevó ese nombre también se llamaron así la de Sn. Felipe Neri y la de Jesús.

CALLE DE LAS ARREPENTIDAS: Después de Olmedo, hasta San Pablo y ahora 6a y siguientes del Correo Mayor.

CALLE DE LAS ATARAZANAS: Desde Santa Teresa (la antigua) hasta San Lázaro, hoy 2a de Guatemala y siguientes. También las de Santa Catalina de Sena y 1a. del Reloj hoy Ave. R. Argentina.

CALLE DE ATEPONAXCO. Después de San Antonio Abad.

CALLEJÓN DE AVILEZ. Después del Pinto y hoy del 2 de abril.


B

CALLE DE BALLESTEROS. Después del Águila, y también las que van a Tlatelolco por el Factor, hoy respectivamente de República de Cuba y Allende.

CALLE DEL BARATILLO DE CABALLOS. Después plazuela de Pacheco y ahora de Ampudia.

CALLE DE LOS BERGANTINES. Después de las Escalerillas hasta San Lázaro y ahora 1a. de Guatemala y siguientes.


C

CALLE DE CAPIRO: Hoy Callejón de Montero.

CALLE DE LA CARNICERÍA: (1634) Después de la Amargura y ahora de Honduras.

CALLE DE LAS CARRERAS: Después de San José el Real, y ahora Ave. Isabel la Católica; esta misma calle también se llamó por los años 1605, de los PROFESORES DE LA COMPAÑÍA.

CALLE DE LAS CAUSAS: También se llamó así a la de Acequia, hoy Corregidora.

CALLE DE LA CELDA: Desde Zuleta hasta la Merced, después 1a. de Capuchinas y siguientes, y ahora de Venustiano Carranza.

CALLE DEL COLEGIO DE DONCELES: Después Colegio de Niñas y Coliseo, ahora de Bolívar. La del Coliseo Nuevo se llamaba Colegio de Niñas antes de la construcción del Teatro.

CALLE QUE VA DEL COLEGIO DE SAN PABLO A LA PLAZUELA DE SAN GREGORIO Y BARRIO DE TOMATLÁN: Comprendía las calles que corren de Sur a Norte desde San Pablo hasta Loreto.


CH

CALLE DE LA CHICA. Hoy callejón de pajaritos.


D

CALLE DE LOS DONCELES: Una de las más antiguas de México, pues data su nombre de 1524; ahora se han vuelto a llamar así las que fueron conocidas con los nombres de Chavarría, Montealegre, Cordobanes, Canoa, Puerta Falsa de San Andrés.

CALLE DE LAS DONCELLAS: Después de las damas, ahora de Bolivar.


E


CALLE DE LA ESMERALDA: Después de la Profesa y hoy Ave. Madero.


F

CALLE DE FERNANDO VII: Después espalda de las Arrecogidas, y hoy Callejón de San Miguel.

CALLE DE LA FISCALA DE CASTILLA: Después de Arsinas y hoy Bolivia.

CALLE DE SAN FRANCISCO: Además de las que llevaron este nombre hasta 1605 se llamaban así las de Plateros y ahora Ave. Francisco I, Madero.


G

CALLE DE LA GUARDIA: Después Callejón del Arquillo o Macateros y ahora calle 5 de Mayo,dando la vuelta hacia la de San José el Real ahora Ave. Isabel la Católica.

CALLE DE GUATEMUZ: (Cuauhtémoc). Después del Factor hasta Tletelolco y hoy de Allende.


H

CALLE DE SAN HOMOBONO: Después de Corpus Christi, y ahora Avenida Juárez.

CALLE DEL HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA: Con este nombre se designó en el siglo XVI a las calle de Jesús, Arco de San Agustín y San Felipe Neri.


I

CALLE DE ITZAPALAPAN: De las más antiguas de México. Se llamaron así las que después llevaron los nombres de Flamencos, Porta Coeli, Jesús, del Rastro, hasta San Antonio Abad, hacia el sur, y las del  Seminario, Reloj, hacia el Norte; ahora de Pino Suárez y Ave. Argentina, respectivamente.


J

CALLE DE LA JOYA: En lo antiguo llevó también este nombre la de los bajos de San Agustín, ahora 3a. y 4a, del cinco de Febrero.


L

CALLE DE JERÓNIMO LÓPEZ: (1605) hoy de la palma.

CALLE DE MARTÍN LÓPEZ CARPINTEIRO: Después acera Oriente, frente al ex-templo de Santa Teresa la Antigua, y ahora calle del Lic. Verdad. También se llamó de Martín López a la calle de las Rejas de Balvanera, después de Capuchinas, y ahora de Venustiano Carranza.


M

CALLE DE MACUITLAPILCA: Después de Necatitlán, ahora 8a. y 9a. del 5 de Febrero.

CALLE DE MILLÁN: (1649) Después de San Bernardo y posteriormente 4a. y 5a. de Capuchinas, ahora Venustiano Carranza.

CALLE DE LOS MONASTERIOS: Las del Reloj, hoy Ave. Argentina, se designaron en un principio con este nombre.


N

CALLE NUEVA: Después de D. Juan Manuel, luego 4a. de San Agustín y ahora 4a. de Uruguay.


O

CALLE DE LOS OIDORES: Después del Espíritu Santo y hoy Ave. Isabel la Católica.

CALLE DE OTUZANTLA: Hoy Plazuela del Hornillo.

CALLE DE LAS OLLERÍAS: También se llamó así el callejón del Bethlemitas, hoy Filomeno Mata.


P

CALLE DEL PÁRAMO Y DEL DR. ORIETA. Después de Tiburcio y ahora de Uruguay.

CALLE DE LA PELOTA: Hoy de Revilla Gigedo.

CALLE DE PITZOCALCO: Después de las Papas, hoy Plaza de Comonfort.

CALLE DE LA LAGUNILLA DE PITZCAOLCO: Después puente de la Lagunilla y más tarde 2a. de la Amargura y ahora de Honduras.

CALLE DEL PUENTE DEL DIABLO: Después Puente de Santiaguito.

CALLE DEL DR. PUGA: Después de Quemada y Puente de Fierro, y ahora respectivamente 8a. y 6a. de Jesús María.


R

CALLE DE ALONSO RAMÍREZ DE VARGAS: (1650) Después de Medinas y ahora de Cuba.

CALLE DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO: Después de Bajos de Porta Coeli y ahora 2a. de Pino Suárez.


T

CALLE DE TACUBA: De las más antiguas de México; llevaron este nombre además de las que hoy lo conservan, las calles de las Escalerillas, Santa Clara, San Andrés, Mariscala, y ahora el pueblo de Tacuba.

CALLE DE TEPATITLÁN: Hoy Callejón de López.


V

CALLE QUE VA DEL TIANGUIS DE JUAN VELÁZQUEZ: Después de la Profesa y 1a. de San Francisco y ahora Ave. Madero.

CALLEJÓN DE VILLERÍAS: En 1675 se llamaba así el de Tethlamitas, hoy de Filomeno Mata.

CALLE DEL VINAGRE: Después las de Indio Triste y hoy 1a. del Correo Mayor y 1a. del Carmen.


X

CALLE DE XIHUITONGO: Hoy de San Salvador el Seco.


Y

CALLE DEL YOPITO: Después de Chiquihuiteras y hoy 2a. y 1a. de El Buen Tono.


Z

CALLE ZARAGOZA: Por los años 1621 a 1625 se llamaba así la calle de la Acequia, que ha tenido también el nombre de calle del Colegio de Santos, después ¡Curiosa coincidencia! se designó también con el primer nombre por haber vivido en ella el General D. Ignacio Zaragoza, héroe de la batalla del 5 de mayo, posteriormente 2a. de la Acequia y ahora 2a. de la Corregidora.



González Obregón, Luís, 
"LAS CALLES DE MÉXICO"
 Ed. Porrua, décima edición, 2000, México.

viernes, 11 de octubre de 2013

La Villa de la Vera Cruz a principios del siglo XVII

Una de las maravillas que nos da la historia es la posibilidad de conocer cómo eran los lugares que conocemos y en los que nos movemos. A veces nos acostumbramos tanto a las calles, los edificios y todo lo que nos rodea que parece que siempre han estado en ese mismo sitio sin imaginar que hubo un tiempo que esas casas no existían o que esas calles no eran de tal forma o que simplemente ese lugar no existía.
Así pues encontré un relato de cómo era el puerto de Veracruz durante el periodo colonial, específicamente a principios del siglo XVII.

La Vera Cruz donde los viajeros desembarcan, tenía aspecto de mal acabada novedad pues, por cierto, no cumplía aún la primera década de haber sido fundada. La ubicación anterior del puerto, más al sur, se abandonó al terminar el siglo XVI, ya que la roca fortificada de San Juan de Ulúa ofrecía mayor protección contra los fuertes vendavales del norte y contra los feroces piratas que podían llegar de cualquier parte. Además de esto, pocas razones había, que recomendaran la elección del lugar para poblarlo y, no obstante su importancia como centro de intercambio comercial y puerta de entrada al opulento virreinato, su población apenas excedía los dos mil habitantes. Estaba situada la Villa Rica en un triste páramo de arena, quebrado por pequeños arroyos sinuosos, ciénegas y charcos de agua estancada; el calor húmedo, los enjambres de mosquitos, jejenes y otros insectos nocivos, hacía el lugar singularmente insalubre. Los frecuentes y fuertes chubascos de la larga estación de lluvias, que a la llegada de la flota tocaba a su fin, dejaban un ambiente húmedo, enrarecido, casi sofocante, y en él parecían proliferar toda clase de plaga y de alimañas repugnantes. "Cuando llueve, cada gota produce un sapo, y algunos tan grandes como un sombrero" decía un cronista (Juan Díez de la Calle, 'Noticias sacras y reales (1657-1659)' Manuscritos de América 3023, Madrid, Biblioteca Nacional).  La flora y la fauna eran correspondientemente hostiles; cocodrilos y caimanes se tendían visiblemente a las orillas de los estuarios pantanosos. Las toscas habitaciones de tablas y vigas se esparcían sin orden alguno y daban al puerto marítimo un aspecto desaliñado. Los albergues de los ricos mercaderes y los de los pobres miserables apenas se distinguían entre sí; la monotonía de los edificios, ya fuesen habitaciones, iglesias o conventos no se aliviaba por la cal ni por adorno alguno; las estructuras tenían un aspecto de podredumbre durante la época de lluvias, mientras que temblaban, gemían y se sacudían cuando las azotaban los vientos borrascosos. Durante los meses secos, la madera era como yesca, fácil presa de fuegos devoradores que a menudo arrasaban a la población.

FUENTE.
Leonard, Irving A.
 "La época barroca en el México Coloníal"
F.C.E.
1996.
México.

sábado, 26 de marzo de 2011

Merced concedida a Diego Nieto para tener una estancia para ganado mayor en San Miguel el Grande*

Yo don luis de velazco y vissorrey y governador y capitan general por su magestad en esta nueva españa y Pressidente de la avdiencia Real que en ella rresside por la presente en nombre de su magestad hago merced a vos diego nieto vezino de la villa de San Miguel de un sitio de estancia para ganado mayor en terminos de la dicha villa en la sierra que dizen de la margarita junto al camino que va de San Miguel a sichu la qual por mi mandato y comicio fue a ver y vido geromino mercado sotomayor alcalde de la provincia de gilotepeque y hechas las diligencias (…)

casso necesario declaro estar sin prejuycio y Poder se os hazer la dicha merced la cual dicha merced se oz hace con que seays vezino de la dicha villa de San Miguel y con el cargo y condiciones que se dan los semejantes aprobechamientos a los vezinos de la dicha villa y sin perjucio de Tercero y sea vuestra y de vuestros herederos y subcesores y de aquel o aquellos que de vos o dellos tuvieron titulo y cavessa y de la pozzecion que della os dio el dicho alcalde mayor mando no seays despojado sin cer primeramente oydo y por fuero y por derecho vencido ante quien y con derecho devais fecho en México aveynte y seis de julio de mil a quinientos y sesenta y un años.

 

Se han respetado la ortografía y sintaxis originales en la transcripción.

jueves, 24 de marzo de 2011

San Miguel de Allende, La Fundación y los primero tiempos

Las ciudades donde hoy se asientan las ciudades de San Miguel de Allende y Dolores Hidalgo (en el estado de Guanajuato) fue, en la época prehispánica y durante las primeras décadas del s. XVI, el núcleo principal de los guamares, que compartían su territorio con los indios guaxabanes y copuces, también miembros de la extensa familia chichimeca. Eran pueblos básicamente nómadas recolectores con una organización social y política de tipo tribal. Los guamares, al igual que otros pobladores del norte de Mesoamérica, fueron conocidos por los pueblos sedentarios del sur, especialmente por los aztecas, como: “teules chichimicas” cuyo significado es “linaje de perro”. Con este gentilicio se hace referencia al espíritu belicoso y a las grandes cualidades guerreras que caracterizaron a los pueblos chichimecas.

Territorios ocupados por pueblos indios.

Su ferocidad y rapidez en el combate, así como su gran puntería, los hizo muy temidos entre los primeros españoles que se aventuraron a colonizar estas regiones; su fama cruzó el siglo XVI y llegó a los inicios del XVII. Al referirse a los chichimecas guamares, Gonzalo de las Casas dice que “eran los más valientes, los más aguerridos, más traidores y más destructores y astutos” de todos los chichimecas. Tales características los convirtieron en el principal problema para la colonización y la evangelización española de las regiones septentrionales.

En 1542 una avanzada de colonos otomíes y tarascos se dirigidos por Fray Juan de San Miguel se interno en territorio guamar y fundó el pueblo de San Miguel el Viejo. Simultáneamente se sumaron a los fundadores varias decenas de indios guamares. Este nuevo poblado fue utilizado por los misioneros como base para acometer otras empresas hacia el norte y la Sierra Gorda. También los otros franciscanos instalaron allí una misión dedicada a la catequesis y un colegio para la enseñanza de los indios, así como un hospital que fue muy oportuno en 1845, cuando la peste asoló principalmente a la población indígena.

Fray Juan de San Miguel.

Este primer poblado de San Miguel tuvo que ser abandonado en 1551 debido a continuas irrupciones de los copuces, dirigidos por el Jefe Carango. En general, todos los chichimecas reaccionaron violentamente contra los recién llegados y sus primeras poblaciones. La segunda mitad del siglo XVI fue escenario de una prolongada y costosa guerra en la que los españoles trataban infructuosamente de someter a los rebeldes chichimecas. Estos, a su vez, arremetían indistintamente contra españoles e indígenas pacificados, saqueando y destruyendo cuanto podían y causando con ello graves perjuicios a la economía virreinal.

Portada de la iglesia de San Miguel Viejo.

Sin embargo, San Miguel fue fundado de nuevo, en vista de su estratégica situación en este conflicto. La orden fue dada por el Virrey don Luis de Velasco “para evitar las muertes, fuerzas a robos de los chichimecas han fecho en el camino de los zacatecas”. El 15 de diciembre de 1555 se estableció el nuevo poblado de San Miguel el Grande, con 50 españoles dotados de las tierras necesarias para sus granjas, establos, huertos, jardines y solares. Por orden del Virrey, indígenas de Acámbaro, Querétaro y Cuitzeo fueron trasladados a la nueva población para que ayudaran en las construcciones necesarias. Las tierras de los indígenas que habían colaborado en la primera fundación se respetaron. Una autoridad española fue nombrada y varios gobernadores indios, uno de ellos esta el principal. Los presidios de Ojuelos y Portezuelo también se hicieron en vista de la necesidad de proteger la parte más peligrosa del trayecto entre San Miguel y Zacatecas, acechada por los indómitos guachichiles.

Las provisiones del gobierno de la ciudad de México no eran suficientes para garantizar la seguridad de los colonos, quienes tuvieron que buscar protección con sus propios medios. Era indispensable que cada uno contara con armas y por lo menos un caballo para hacer efectiva la concesión que se le hacía. Un curioso ejemplo de las desventuras de los primeros pobladores nos lo dan los dueños de la Hacienda de Nieto, en el camino de México a Guanajuato, no muy lejos de San Miguel. El primero de ellos fue Diego Nieto, a quien le fueron concedidas tierras a condición de que avecinara en la villa, introdujera y criara ganado vacuno y caballar y tuviera a su disposición “muchas armas”, negros, mulatos e indios vaqueros asentados en el lugar –esto último con fines defensivos-. El segundo dueño fue Leonardo Cervantes, cuyas gentes no podían asentarse por la amenaza de los chichimecas. Al darse cuenta que no había indio que quisiera acompañarlo por temor a los ataques bárbaros, tuvo que valerse de negros y criados para terminar la construcción de la casa que los indígenas apenas habían iniciado. Para su infortunio, en medio de los apresurados trabajos cayó una lluvia tal que todo el adobe, aun fresco, se desmoronó. El miedo a los chichimecas seguía siendo totalmente justificado: durante los primeros años de su segunda fundación, San Miguel no pudo poner de manifiesto sus ventajas defensivas. Sin embargo, el pueblo continuó su desarrollo dando albergue y mercancías a los viajeros y mineros del norte. En 1564 se elevó su rango a curato, comprendiendo bajo su jurisdicción la congregación de indios de la hacienda de la Erre. Este pequeño núcleo de población pasó a ser un caserío a finales del siglo XVI y en 1643 ya era la congregación de Nuestra Señora de los Dolores.

En el pertinaz esfuerzo del gobierno virreinal por pacificar a los chichimecas se estableció el sistema de presidios o pequeños fuertes destinados a proteger los caminos y a sus usuarios. Una de estas unidades fue situada en Atotonilco muy tardíamente (1590 y 1595). Se le designaron seis soldados de base. Sin embargo, en 1601 este presidio fue abandonado, lo que causó el traslado de los indios guachichiles recientemente pacificados.

Complejo religioso de Atotonilco.

A finales del siglo XVI se logró la esperada paz en la zona, menos por la fuerza militar que por los esfuerzos de los misioneros, la penetración cultural de los indios pacificados provenientes de otras zonas y las negociaciones llevadas por los españoles. Ahora los colonizadores tendrían que afrontar otro tipo de problemas de seguridad.

 

Tomado de:

Estado de Guanajuato. CUATRO MONUMENTOS DEL PATRIMONIO CULTURAL. I MONOGRAFÍA. Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. 1985

martes, 7 de septiembre de 2010

Acercamiento al entendimiento de la muerte

por Óscar Jara Albán

Hablar de la muerte se considera tabú o de mal gusto. Al muerto se le encajona, se le acristala, se le tapa, se le camufla con flores y olores. Sin embargo un hecho tan cercano y propio del ser humano necesita ser entendido para saber vivir mejor.

Un grupo de educadores de la Universidad Autónoma de Madrid defiende la inclusión en las escuelas el tema de la muerte, como ya sucedió con la educación sexual, porque aprender a entender la muerte es lo más propio y universal que nos sucede a los seres humanos.

Muertos o moridos

La sinceridad infantil es la primera fuente de aprendizaje que los mayores despreciamos con necedad. Si se pregunta a un niño ¿qué es la muerte?, ¿Qué le ha pasado a la mamá de Bambi?, la respuesta es un claro: no sé. En cambio si un niño pregunta a un adulto, ¿por qué se ha muerto mi abuelita? Las respuestas suelen ser variopintas. Oscilan desde la evasión de la respuesta hasta la hipótesis del cielo-limbo-purgatorio-infierno.

muerte_lamuerteLa muerte está condicionada en los adultos por la presión cultural.

Grabado: Washington Mosquera

La ausencia de seguridades en la educación de un niño que descubre la muerte se convertirá en una carga de angustia de muerte, cuando se haga adulto, fruto de unas explicaciones pseudológicas y patéticas, tan poco esclarecedoras y aparentemente inofensivas.

El niño es sincero y responde desde su conocimiento un claro no sé o "no sabo". El adulto da respuestas estándar más vinculada a la creencia que se sabe. Son interpretaciones compartidas con otros adultos que surgen de las mismas premisas, diferentes al solo y honesto "conocer". Si se propone educar acerca de la muerte, se trata de evitar la explicación desde la angustia.

La educación actual no prepara para la muerte

Daniel, de seis años de edad, está enfadado con su hermano Javier (de cuatro años) porque no viene a jugar con él. Sus padres le han dicho, que su hermano ha muerto y ha ido al cielo, pero Daniel no acepta su ausencia, siente miedo y sentimiento de culpa, y cree que Javi no viene porque ha sido malo. También deduce que no viene su hermano porque no le quiere ya, porque si le quisiera de verdad, vendría.

muerte_losmiedosLos miedos de Daniel: Los miedos de Daniel. Daniel, 6 años de edad

Esta desesperanza y la negación a aceptar que una ausencia pueda ser definitiva es común en los niños, rasgos que permanece en los mayores que cubren la falta de la persona querida, con ritos o guardando objetos evocadores.

¿Pero es oportuno introducir todo lo relacionado con la muerte en las etapas más tempranas de la educación?

Agustín de la Herrán Gascón, profesor de la Universidad Autónoma, cree en la necesidad de incluir la muerte como contenido educativo, en la etapa infantil: "Ante una experiencia trágica vivida por un niño, se puede hacer bastante más que consolarle o dejar pasar el tiempo, para que el problema se vaya solucionando más o menos solo, con jarabe de tiempo... Se deben enseñar los rudimentos de todos los saberes adultos desde los primeros años. La educación infantil es la más rica y creativa en cuanto a realizaciones y se debería comenzar a afrontar en esta etapa todos los temas de nuestra naturaleza. ¿O acaso no hay relaciones evidentes entre muerte, ciclos biológicos, educación ambiental, sexual...? Creemos que si desde las aulas no se incluye el tema de la muerte desde un contenido global y ordinario, no se estará enseñando a vivir completamente".

Los niños juegan y hablan de la muerte

Los niños tienen miedos y temores, uno de ellos es el miedo a la propia muerte. Depende de la edad. Los niños menores de cinco años no son capaces de formarse un concepto de la muerte, su percepción del tiempo y del espacio es muy limitado, en ellos prima el miedo de separación a la madre.

Los comprendidos entre seis y diez años muestran un mayor miedo a la mutilación y por último, son los mayores de diez años los que presentan un miedo elevado a la muerte. Pero estos miedos son reforzados por el entorno cultural. Son miedos socializados.

Los niños hasta los seis años de edad juegan a representar la muerte. Es el fruto de la observación. Se "duermen" como hace el rey Mufasa en la película el Rey León. El estado de sueño es la primera identificación con la muerte. Primera diferencia vida/muerte igual a dinámico/estático.

También el concepto de ciclo vital, de edad que avanza, que se envejece comienza a calar en los niños.

En los juegos y primeras interpretaciones de la muerte hay grados. No es lo mismo que se muera una planta que un animal. No es lo mismo morirse de manera permanente que revivir una vez terminado el juego. No es lo mismo que se muera alguien próximo que alguien que se percibe lejano al propio mundo de las vivencias. Es decir no será igual que se muera un indio que un vaquero, un tío que la mamá.

Según Agustín de la Herran, este criterio de raíz natural , debe tener algunas correcciones mediante la educación "para evitar la vivencia egótica nacionalista o racista que nos puede hacer valorar de una manera distinta la muerte de unos ciudadanos españoles que otros africanos, asiáticos o gitanos, que son las mil y unas caras de los infantilismos adultos, cuyo origen(el ego humano) parece invisibles para la educación y la cultura convencionales".

El niño comienza a asumir la realidad de la muerte y se defiende de ella a través de su creencia de que es capaz de influir sobre esa realidad. Los niños pequeños descubren la muerte en su medio físico y social. La buscan por sus causas y la superan con rituales llenos de magia y fantasía. Son juegos de salvamento y resucitación mediante los cuales las heridas y los muertos se curan. Mediante estas simbolizaciones se superan egocentrismos, la culpabilidad se transforma en solidaridad y se comienza a elaborar el desarrollo de capacidades, como las de ayuda, compasión, ponerse en el lugar de otro...

El contrato de vida

Tarde o temprano la realidad se impone, tanto para el niño como para el adulto, y se comienza a asumir la realidad de la muerte. En el niño hay estadios de adaptación de esta realidad que escapa a su control. Estas fases de aceptación son parecidas en los niños y en los enfermos terminales antes de asumir maduramente el hecho irreversible de la muerte.

Cuando la realidad se impone, una forma de afrontarla con éxito total es asegurándose mediante un contrato de vida. Una niña, Julia de 3 años, excepcionalmente consciente de la idea de que todas las personas tienen que morir, también su madre, entra en depresión y falta casi dos semanas al colegio: no come, llora, se queda en la cama, hasta que la madre que conoce la situación, le promete no morirse nunca. La respuesta es inmediata: la niña se levanta y come lo que no había comido en tres días.

El establecimiento de las causas de la muerte también posee mucho interés para el niño. Al familiarizarse con los efectos y causas de la muerte, el niño pretende vestirla de realidad cubriendo así la ansiedad y el miedo que sus fantasías y fantasmas le llenaban. Esto ocurre porque el conocimiento le da seguridad y aumenta su capacidad de razonamiento lógico.

Además de las causas de miedo ligadas al desarrollo del niño, hay que contar que en la sociedad de bienestar y consumo, los medios son fuentes de miedos. Pensamos en aquellos programas de impacto que deben su éxito a la cantidad y variedad de accidentes que presentan.

En una época en que reina la imagen, y por ello el movimiento de la razón hacia lo superficial, lo efímero, la idea de muerte como concepto básico, como realidad, se va trasvistiendo de representaciones que nunca llegan a atrapar su verdadero significado.

Una causa más para educar en un plano de razón distinto al visual.

Pautas de actuación para una eventualidad trágica

En su libro ¿Todos los caracoles se mueren siempre? se dan pautas específicas en caso de actuación para que los padres y maestros puedan explicar la muerte de alguien cercano a un niño.

Lo primero es la coordinación y coherencia para no entrar en contradicciones y pactar una versión. La sinceridad y evitar el engaño es decisivo. Dar una versión falsa carece de utilidad y sentido( se ha ido de viaje, etc..). Permitir la expresión natural de sus emociones, sin estimularlas (tú lo que tienen que hacer es llorar) o reprimirlas (no llores más) ayudando a interpretarlas y a expresarlas.

Lo más adecuado es afrontar la realidad de forma tranquila, para favorecer desde la serenidad, el transcurso de las posibles fases de elaboración y aceptación de la experiencia de vacío y pérdida por parte del niño.

En situaciones extremas como es la percepción directa del cadáver (que en edades tempranas no conviene llevarlas a cabo) pero que circunstancialmente puede darse de duelo directo, se recomienda como lo más natural y educativo hacer el esfuerzo de continuar integrando hasta el último momento al fallecido en la familia, contando con la participación del niño, y siguiendo las siguientes pautas:

  • Si el niño expresara su deseo de verle, el proceso debería revestirse de naturalidad, desde la libertad de los padres y el niño .Dejarle elegir, y respetar no sólo su palabra sino sus gestos dándole mucha importancia. Puede llegar a ser una experiencia intensa, y aunque inevitablemente triste, una tristeza disfrutada.
  • Deben acompañar al niño en este trance personas cercanas entrañables. Los padres si están en las mejores condiciones de serenidad o tranquilidad.
  • La oportunidad es buscar un momento de tranquilidad, si es posible de soledad ante el cadáver. Puede pedirse que nos dejen a solas con el niño y que no se interrumpa durante unos minutos para evitar interrupciones o interferencias o contaminaciones, con escenas de lloros o situaciones parecidas.
  • Reconocer que el fallecido está tan dormido como la Bella Durmiente, como Blancanieves, tan dormido que ya no nos puede mirar, no nos puede hablar, no respira, porque está como en el más profundo de los sueños.
  • Despedida, ya que si el abuelito, tío, vecina... ya no nos oye, podemos decirle adiós nosotros, expresar lo que quiera, quejarse, llorar, hablar bajito.

Si el niño llegara a despedirse se habría conseguido la primera fase de aceptación de realidad de la muerte.

Tratamiento saludable de la muerte

Introducir en los campos educativos un tema como este es sin duda controvertido. Para Agustín de la Herrán la muerte como la vida entera ha de entrar en las escuelas y trabajarse en ellas desde la naturalidad y el rigor derivados de una buena formación. ¿O es quizá demasiado tarde para algunos? ¿Podría ser demasiado tarde para nuestra educación?

El inicio de un nuevo milenio puede ser el umbral de enterrar tabúes.

Antes ya se hizo algo parecido con la educación sexual, cuya polémica era -y sorprendentemente sigue siendo- objeto de escándalos en escuelas y colegios, y de artículos y debates en medios de comunicación.

La diferencia básica con la educación para entender la muerte es que la sexualidad es sonora porque versa que es tratada constantemente por la imaginación y la falta de imaginación del ser humano, y el placer es popular.

En cambio la muerte, asociada al dolor, es tan poco deseado como tema y oscurecido por creencias y ritos. La medicina, religión, psicología paliativa, filosofía y literatura se han apoderado de ella. Ya va siendo que se le de una oportunidad a la educación.

Si usted lector ha llegado hasta aquí, es que ha superado esa primera impresión ancestral y es una esperanza para afrontar de otra manera la muerte, ya que como decía Fenelón: "La muerte sólo será triste para los que no hayan pensado en ella".

 

Texto extraído de babab.com